Actualizado el viernes, 2 agosto, 2024
Saber cómo hacer notas ligadas en violonchelo consta de dos puntos clave. Primero, entender qué son las ligaduras en el cello y cómo se representan. Esa es la parte teórica. Segundo, aprender a hacer las ligaduras con ejercicios hasta alcanzar la técnica necesaria. En esta 13ª lección del Curso Básico de Cello vas a aprenderlo todo. ¡Vamos con ello!
Lección en vídeo: cómo hacer ligaduras en chelo
El principal problema que encontramos a la hora de hacer las ligaduras en violoncello no es otro que vencer la costumbre adquirida en los inicios de ejecutar cada nota musical en un arco diferente. Es simplemente una cuestión de hábito. El aprendizaje resulta bastante rápido y sencillo, siempre y cuando pongamos atención y dediquemos unos días a ello. A partir de ese momento, cada vez que encontremos ligaduras, solamente necesitaremos analizarlas un momento con atención. Tocarlas, una vez analizadas, será un proceso inmediato.
Las ligaduras se escriben con una línea curva, en forma de arco, que se dibuja encima de todas las notas que queremos ligar. Si no hay ninguna ligadura escrita, por defecto haremos las notas sueltas, cada una en un arco. No obstante, las ligaduras escritas no siempre tienen el mismo objetivo. Para no llevarnos a confusión, y aunque no vayamos a utilizarlo todavía, conviene entender que hay dos tipos de ligaduras:
Ligaduras de arco:
Las ligaduras de arco son las que hacemos siguiendo exactamente sus notas con los arcos del violonchelo. Se corresponden de forma precisa a las notas que abarcan, y las llevamos a cabo a rajatabla. Se utilizan por ejemplo en orquesta, para definir los arcos de cada grupo de cuerda, y que todos los músicos toquen sincronizados. Digamos que son las más evidentes, pues tal y como están escritas, las hacemos. Si hay 4 notas bajo un arco de ligadura, hacemos todas ellas sin cambiar de arco y asunto arreglado.
Ligaduras de fraseo:
Las ligaduras de fraseo nos indican el sentido de la frase, y buscan dar a entender en qué puntos no debemos hacer cortes entre las notas. Muchas veces coinciden las ligaduras de fraseo con las de arco, pues no hay nada mejor para la continuidad de una frase que no cambiar de arco mientras la tocamos de principio a fin. Pero no siempre.
Por ejemplo, un compositor puede especificar una ligadura de fraseo que abarque 4 compases completos en un tiempo lento. Dicha ligadura resultaría imposible de tocar en un único arco, sin cambiar. Nuestro arco tiene un principio y un final, y los límites de la física no los podemos saltar. Cuando encontramos extensas ligaduras de fraseo, lo que hacemos es cambiar de arco sin que se note dicho cambio. Es decir, ligamos toda la frase musical, pero no todas las notas en un mismo arco. Cuando cambiamos, eso sí, procuramos que apenas sea perceptible ese cambio, para que no se escuche un corte y la frase pueda llegar a percibirse partida.
Combinando ligaduras de arco y de fraseo:
Es habitual encontrarnos ligaduras de arco añadidas a las de fraseo, superpuestas. Imaginemos un grupo de 8 corcheas ligadas de la primera a la última. Es una ligadura de fraseo, y vemos un gran arco dibujado que abarca todas ellas, de principio a fin. Ahora queremos hacer nuestras ligaduras de arcos, pues imaginemos que por motivos de tempo o dinámica no queda bien hacer toda esas notas en un arco único. Vamos a ligar 4 corcheas en un arco, y las otras 4 en otro. Sobre la ligadura de fraseo, escribimos nuestras nuevas ligaduras de arco. Hay que hacerlo a lápiz siempre, pues las ligaduras de arco evolucionan con nosotros y es común (y sano) cambiarlas con el tiempo. Ahora haremos 4 corcheas en un arco, intentaremos que se note lo menos posible el cambio, y las siguientes 4 corcheas en el otro arco.
Es por eso que muchas veces tendrás la partitura de una obra, y encontrarás violonchelistas que hacen ligaduras distintas. No hay nada de malo en ello. Estarán cambiando las ligaduras de arco, pero probablemente conserven el mismo fraseo que tú. O puede que no, pero es que cambiar el fraseo de las obras, las articulaciones de las notas dentro de cada frase, es un trabajo inherente al intérprete. Si no, seríamos simples máquinas reproduciendo música. Un ejemplo muy claro lo encontrarás en el Preludio de la I Suite de J. S. Bach. Su inicio es justamente el ejercicio que practicamos en esta lección y encontrarás versiones con muchas y diferentes combinaciones de ligaduras en Youtube. Un mismo músico, de hecho, puede cambiarlas a lo largo de su vida, tratándose de la misma obra.
Cómo optimizar la práctica de las ligaduras en cello
Trata de trabajar con atención los ejercicios previos. Mira bien lo que hago en el vídeo, cada ejercicio. No quieras correr, sobretodo si te ocurre lo mismo que a Serenín, nuestro alumno aventajado, porque estarás entorpeciendo el avance. Si tu problema es que el brazo del arco está acostumbrado a cambiar con cada nota, y te cuesta retenerlo, haz hincapié en los ejercicios previos. Ve paso a paso, que aunque ahora cuesta al final será sencillo.
Los primeros instantes son los más críticos, los más frustrantes, pero no te desanimes. La práctica de las ligaduras se adquiere bastante rápido, su curva de aprendizaje es veloz en comparación con otras técnicas. Más adelante, y con los años, irás depurando los golpes de arco con el curso que tengo preparado. Pero, como todo en el chelo, irá llegando poco a poco, con tesón, pasión y esmero. Invierte algo de tiempo en las ligaduras de arco y pronto estarás disfrutando aún más de todo lo que toques. Verás que el esfuerzo conlleva su recompensa.
Refuerzos para mejorar las notas ligadas
Trabaja cuanto puedas el plano del arco sobre las cuerdas. Uno de los problemas más típicos de los estudiantes de violoncello es el rozar las cuerdas adyacentes. Afortunadamente, hay una mecánica estupenda para ello. Controlar con el codo el ángulo del arco sobre la cuerda. Hazlo despacio, muy lento. Cuando tengas asimilado el movimiento, trata de interiorizarlo un poco más cerrando los ojos. Ve a la cuerda anterior, cierra los ojos, cambia el ángulo del arco para situarte sobre la siguiente cuerda, y siente la sensación. El objetivo final consiste en cambiar de cuerda por instinto, sin mirar. Y hacerlo limpiamente.
El concentrarnos en las sensaciones para interiorizarlas es una de las mejores herramientas que tenemos para convertir al violonchelo en una extensión de nuestro cuerpo. Cuanto más cerca estemos de ello, de esa situación idílica, más sencillo nos resultará tocar y plasmar la música con nuestro instrumento.
Practica, aprende, y si tienes dudas, no dejes de preguntar.
¡Te deseo muy «celliz» estudio y te veo en el siguiente vídeo, chelista!